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Francisco Torrón Durán (A Coruña1934 - Madrid 2020) comenzó sus estudios artísticos a muy temprana edad, en cierto modo, por causas ajenas. A los pocos años de nacer contrajo meningitis, enfermedad que, a causa de la Guerra Civil, le dejó sin audición. Esto se produjo por la falta de medicamentos y el retraso de ellos a causa de los contratiempos ocasionados por la guerra en España. Inicialmente perdió el sentido de la vista y el oído, pero consiguió recuperar la visión al poco tiempo. Gracias a que ya sabía leer y escribir a la temprana edad de cuatro años pudo mantener cierta conexión social. No necesitó aprender el lenguaje de signos ya que desarrolló el entendimiento del habla por la gesticulación de la boca. El hecho de no poder oír causó algunas diferencias a la hora de socializarse y pronto se volcó en el mundo de las artes. En un principio sería una vía de escape que rápidamente se convertiría en una vocación pasional. Sus estudios fueron prácticamente con docencia particular que combinaba con clases extraescolares de dibujo, pintura y escultura que le llevaron a realizar Artes y Oficios en su ciudad natal de A Coruña. 

 

ESCUELA SUPERIOR DE BELLAS ARTES DE SAN FERNANDO

Finalizada esta etapa decidió viajar a Madrid donde continuaría su desarrollo estudiantil en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando. Consiguió realizar la prueba de acceso y el primer año al mismo tiempo con evaluaciones muy altas. Hecho poco frecuente ya que lo genérico era formarse previamente para la realización de la prueba de acceso y después realizar el primer año. Fueron unos tiempos en los que conoció a muchas personas que posteriormente han llegado a ser grandes artistas reconocidos, teniendo más acercamiento con María Moreno, Teresa Peña, Manuel Alcorlo, Antonio Zarco y Joaquín Peinado. También tuvo un fuerte lazo con varios profesores de la Academia, destacando los hermanos Zubiaurre, nacidos ambos sordos; solían realizar coloquios con artistas del panorama actual a los que Francisco Torrón asistía con frecuencia. Tuvo mucho contacto con ellos durante toda su trayectoria profesional. En esas reuniones se congregaban muchos artistas del gremio de la época y se creaban contactos. Otros profesores con los que tuvo un gran lazo fueron el escultor Eduardo Capa y el pintor Luis Mosquera. Fuera del ámbito académico tuvo contacto con Juan de Ávalos por ser coetáneo. Su etapa de formación en la Academia comprende desde 1954 hasta 1962. En ella se especializó en la rama de la pintura, el dibujo, la escultura y la restauración.

 

RESTAURADOR DEL PATRIMONIO NACIONAL

En 1961, antes de finalizar sus estudios, ingresó como restaurador interino en la campaña de restauración del Monasterio del Escorial por le Patrimonio Nacional. Como tal, restauró gran parte de el monasterio, trabajando en la cúpula de la Basílica, luego prosiguió restaurando la Biblioteca y gran parte de los frescos de Lucas Jordán. Como anécdota puede citarse que el personal que trabajaba en esa época llegaba a decir que los frescos de Jordán deberían renombrarse y decir que eran de Francisco Torrón. 

 

En el año 1963 entra a formar parte como restaurador oficial del grupo de restauradores; realiza labores muy importantes de restauración en pintura en todas sus técnicas (lienzos, tablas, frescos, temples, etc.). Destacable su labor en el Monasterio de Las Descalzas Reales en Madrid. Su trabajo en este monasterio comenzó con pequeños encargos, pero a medida que se iba integrando en el arte que allí había oculto por el tiempo y el deterioro, se dio cuenta de la maravilla que allí se escondía. Aparte de su gran trabajo de restauración que contempla la policromía de esculturas, frescos, cuadros,... se pueden ver en la entrada dos pinturas al óleo suyas que realizó por encargo para este monasterio. 

 

Evoluciona profesionalmente llegando a y dirigir los talleres de restauración de escultura de piedras, mármoles y madera policromada del Palacio Real. Entre sus trabajos cabe citar la restauración en madera policromada del Cristo Yacente de Gregorio Fernández en el Monasterio de La Encarnación de Madrid. La restauración de un retablo en el Monasterio de Las Huelgas, en Burgos, donde descubrió que una escultura llamada el Santiago del Espaldarazo, el cuál sostenía una espada en la mano con la que se nombraban a los caballeros con el movimiento de la espada mediante un resorte en siglos anteriores, no era un hombre, sino una Virgen. La forma de los brazos y el pecho eran dudosas llegado a apreciar unos senos. Este hecho se puede encontrar publicado en los libros del Patrimonio Nacional.

 

Su línea como restaurador es muy amplia y diversa; su lista de trabajos continúa dejando huella en lugares como el Real Monasterio de la Encarnación (Madrid), el Palacio Real de Madrid, el Monasterio de Santa Isabel (Tordesillas), el Palacio Aranjuez, el Palacio de la Granja (Segovia), el Alcázar de Segovia, los Reales Alcázares de Sevilla, etc.

 

Por su labor de restauración en el Patrimonio Nacional recibió varios galardones, destacando la medalla de la UNESCO, la Medalla de Isabel la Católica y la Encomienda al Mérito Civil.

 

Paralelamente desarrolla su obra pictórica predominantemente a óleo sobre lienzo, apreciando varias corrientes a lo largo de su trayectoria. A los pocos años de entrar como restaurados en el Palacio Real alquiló un estudio cerca de la calle Arenal donde desarrolló gran parte de su obra personal. Más de medio millar de obras se llegan a contabilizar que haya realizado a lo largo de su vida, algunas de las cuales se encuentran repartidas en diversos lugares como colecciones privadas, monasterios, iglesias, además de sus trabajos escultóricos y de restauración. 

 

OBRA PERSONAL

Torrón evoluciona a lo largo de su trayectoria hacia una técnica personal en la que sorprenden las transparencias de sus cristales, sus bodegones y las atmósferas creadas que envuelven los objetos. Muy presentes se observan los paisajes gallegos, haciendo alusión a la tierra en la que nació. Destacable también sus retratos en los que plasma el interior de cada persona. Un buen ejemplo de ello es su Autorretrato (Figura 1). Se observan esos tonos tierra propios, la atmósfera envolvente y las pinceladas sueltas; se aprecia un gran dominio de la técnica, la composición y el estudio cromático. Ésta, es sin duda, una de sus grandes obras maestras por la plasmación de la destreza y dominio de la técnica. Otra obra muy característica es Perdiz (Figura 2), otro gran ejemplo de sus temas pictóricos. En esta obra aún son más destacables esos rasgos cromáticos y atmosféricos que definen perfectamente a Francisco Torrón. El virtuosismo técnico se distingue perfectamente en estas obras.  Predominan los colores tierra y los grises, propios de la corriente en la que vivió. En sus trabajos se pude ver gran influencia de Goya, artista que idolatraba y siempre lo tenía muy presente en sus conversaciones. Velázquez, al que tenía como padre de la pintura y estudiaba con gran frecuencia para inspirarse en sus cuadros. En algunas de sus obras como Toro Rojo se aprecian influencias cubistas derivadas, sobre todo, de la obra de Juan Gris. Muchas influencias y estilos pueden rescatarse de sus obras, sobre todo iniciales, que finalmente llega a establecer una madurez artística en la que expresa y representa un estilo más personal y característico, como ya he nombrado anteriormente. Pero su vida artística no tuvo una gran difusión. Esto fue así por su dificultad a la hora de socializarse. Rasgo característico de las personas que padecen la pérdida de este sentido. Perder el sentido auditivo le dificultó mucho a la hora de poder relacionares y expandirse como artista.

 

ÚLTIMAS PINCELADAS

Francisco se jubila a la temprana edad de sesenta y tres años por problemas de salud, siendo el último restaurador oficial en plantilla del Patrimonio Nacional en el Palacio Real. Quedando un gran vacío en los talleres de piedra y de madera policromada en el Palacio Real, ya que era quien los dirigía.

 

En este intervalo temporal sigue creando obra propia centrado en la pintura. Sus bodegones, naturalezas muertas, retratos y paisajes protagonizan esta época con encargos esporádicos particulares de restauración. Su producción comienza a diezmar progresivamente, sobre todo, por causas de salud que no le permitían trabajar cómodamente. Nombrado Académico por el Boletín de la Real Academia Gallega de Bellas Artes de Nuestra Señora del Rosario. También es Ilustrísimo Señor por todas las medallas y galardones concedidos.

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